Explicando de forma resumida el "Pienso, luego existo" de René Descartes. Argumento en favor de Dios.
René Descartes fue un filósofo y matemático francés conocido, entre otras cosas, por ser el padre del método científico. En su obra: "el discurso del método", publicada en el año 1637, Descartes establece las bases de lo que hoy se conoce como: el método científico, utilizado para validar o invalidar un conocimiento científico. Mediante conceptos como la duda metódica, Descartes, da a conocer su propio proceso para lograr discernir lo verdadero de lo falso.
Retrato (coloreado) de René Descartes (autor desconocido). |
En la segunda parte del discurso del método, Descartes, enumera las principales regalas del mismo. En esta sección del libro se deja en claro que nuestros sentidos nos engañan y que por ello nuestra razón es la única forma de adquirir el conocimiento. Excluyendo, además de los sentidos, a nuestra imaginación.
En la cuarta parte del discurso del método, Descartes, se propone demostrar la existencia de Dios, esto a través de un proceso de razonamiento guiado por él mismo. En este apartado de su publicación menciona su famosa frase "pienso, luego existo" (cogito ergo sum). La expresión anterior deriva de una cadena de razonamientos, los cuales Descartes utiliza para demostrar, no solo que existimos, sino que, además, tendríamos una procedencia divina. El filósofo se propone realizar el siguiente ejercicio mental, utilizando la duda metódica, imagine que todo es falso, que nada de lo que nos rodea es real, y, sin embargo, mientras que hace esto notará que aunque dudes de todas las cosas a tu alrededor, aún estás pensando, es decir, lo único real es que pensamos, de ahí el "pienso, luego existo". Una vez habiendo establecido que existimos, Descartes pensó que si de la nada no puede surgir más nada, entonces, nosotros, que somos (existimos), no podemos surgir de la nada. Más adelante expande y dice que si nosotros somos y dudamos, entonces no somos perfectos, puesto que la duda no existe en un ser perfecto (Dios en este caso), finalmente, Descartes concluye, según su razonamiento, que si nosotros somos, entonces, procedemos de algo, si nosotros somos imperfectos, entonces, así como de la nada no puede surgir algo, un ser imperfecto no puede surgir de otro ser menos perfecto. Conclusión: Nosotros, que somos (existimos), de forma imperfecta, fuimos creados por Dios, que es de naturaleza perfecta.
Descartes está tan convencido de la veracidad de su razonamiento que en su obra se lee: "Además, si todavía hay hombres que no estén convencidos de la existencia de Dios y de su alma por las razones que yo he apartado, quiero que sepan que son menos ciertas aún todas las demás cosas que acaso piensen ellos más seguras, como tener un cuerpo, que hay astros, una tierra y cosas parecidas (Descartes, 1637).
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